Aún recuerdo cuando estaba dormida. Cuando sentí ese dulce beso
en los labios que me despertó de aquel eterno sueño. Abrí los ojos lentamente,
temblando de la emoción, y lo vi a él, a mi príncipe, que venía a rescatarme y
a hacerme su mujer.
Bajamos las escaleras emocionados, dejando atrás tantos años
de sueños. La luz me deslumbraba, hacía tanto que no la veía. En frente de la
torre había un carruaje con hermosos caballos blancos esperándonos. Unos meses después de la boda, tuvimos a nuestra primera
hija, Laura. Todo era perfecto, después de tres años maravillosos de
matrimonio teníamos dos hijas y un maravilloso castillo.
Hasta que apareció él. No lo veía desde hacía años, pero ahí
estaba, enfrente de mí, sin pronunciar ni una palabra. Era Raúl, mi mejor amigo de
la infancia. Aún recuerdo aquellas risas juntos. Enseguida vino mi marido, y nos presentó. El venía a pintar
la habitación de las niñas y a arreglar la fuente de oro. Enseguida pensé:
"Tiene que ser mío". Tras tontear durante varias semanas decidimos escaparnos los
dos juntos.
Esos tres meses a su lado, viviendo en la calle, fueron mágicos. Pero echaba de menos a mis niñas. Entonces decidimos escribir una carta:
Esos tres meses a su lado, viviendo en la calle, fueron mágicos. Pero echaba de menos a mis niñas. Entonces decidimos escribir una carta:
Querida familia:
Soy mamá. Quería deciros que estoy bien, tan solo me voy
a vivir a Australia con Raúl. Cuidar de los caballos y no comer muchos dulces.
Es quiero, Mamá.
Enviamos la carta y emprendimos el camino hacia una nueva vida.CLAUDIA MORGAL, DANIEL REYES, FÁTIMA TORRES
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