lunes, 10 de junio de 2013

Cuéntame un cuento ... I

Fábulas, cuentos, mitos, leyendas... Los relatos nos ha llevado muchos días de lectura. Ahora os tocaba escribir. Y hemos visto que los cuentos infantiles dan mucho de sí, y que sus personajes no siempre son lo que parecen.

Ilustración de Caperucita en Manhattan

Caperucita in the City

Hola, me llamo Caperucita Azul,  y soy la hermana gemela de Caperucita Roja, a la que odio. Siempre se lleva el protagonismo solo porque tiene un cuento propio donde se libra de un lobo, supuestamente. Mi hermana vive en un bosque con mi madre; en cambio yo vivo en la ciudad con mi padre, ya que están divorciados. Ahora estoy aquí aburrida en la cárcel.
Esta es la historia de como acabé en la cárcel:
Estaba yo en mi habitación tan tranquila durmiendo, cuando entró mi padre y empezó a molestarme.
- Caperu, Caperu, despierta. ¿Puedes ir a buscar a tu abuelo que se ha  perdido en la maratón? Seguramente está vagando por las calles intentando encontrar la meta, porque al ritmo que va,  habrá perdido de vista a todos los corredores que tendría delante- me dijo.
-¡Otra vez!, pero si todos los meses pasa lo mismo, ¿y porqué no vas tú?- respondí.
-Porque....tengo que hacer la comida - contestó.
-Esta vez iré, ¡pero esta es la última vez que voy!- repliqué.
-Que no me entere yo que vuelves a coger el coche,  que la última vez la armaste buena y te confisqué el carné - me advirtió.
-Vale, vale - murmuré.- Tu tranquilo, que ya me encargaré de cogerlo.
Pero a mi me daba igual lo que me dijese, así que cogí las llaves de debajo de su almohada y fui a por mi abuelo.
Fui tonta porque me salté el stop más importante y peligroso de la ciudad; donde todos los policías se reúnen a charlar y comer donuts. Y me vi involucrada en una persecución de la que no pude salir. Por esta razón estoy en la cárcel, como ya os conté antes. 
***** 
Creo que estoy oyendo una voz familiar en la celda de al lado; voy a ver quién es.
- ¿Abuelo?, ¿qué haces aquí?
- Nada, que me dio un ataque al corazón por el esfuerzo que requería el maratón. Las pastillas estaban muy caras, así que las tomé prestadas porque era una urgencia, y creía que lo entenderían. Por cierto Caperu, ¿qué has hecho esta vez?
- Pues...... me salté el stop de la calle Calipso.
- ¡NIÑA!. ¿Tú estás bien de la cabeza? ¡Normal que estés aquí!.
- Tranquilízate, que ya vendrán a por nosotros. Un momento, vendrán a por nosotros. ¡Oh, oh! ¡Papá se va ha enterar!
Después de toda esta movida me está entrando el cansancio, así que me voy a echar una siesta. Me voy a tumbar en el viejo colchón de la esquina y me estoy quedado dormida...
- Pero, ¿qué veo?, ¿qué oigo?, ¿de quién es esa caperuza roja?... ¡Ah! ¡Esa es mi hermana!
Al ver a mi hermana, me asusto y abro los ojos. Sólo tardo un segundo en darme cuenta de que estoy en mi cama, a punto de caerme de ella.
-Caperu, Caperu, despierta. ¿Puedes ir a buscar a tu abuelo que se ha  perdido en el maratón?. Seguramente está vagando por las calles intentando encontrar la meta, porque al ritmo que va,  habrá perdido de vista a todos los corredores que tendría delante.
Creo que esto ya ha pasado antes, todo ha sido tan extraño... Pero de una cosa estoy segura, el coche no lo vuelvo a coger en la vida.
CLAUDIA ACOSTA, ZORAIDA BANDA, IRENE BAUTISTA, PAULINA LONDOÑO

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