El vikingo y la bestia
Había una vez, un alto y apuesto joven
de cortantes navajas de un azul metalizado por ojos, llamado Harek . Este
muchacho vivía en un poblado vikingo y era un torpe, afable y cariñoso chaval
del que se burlaban por su falta de masa corporal. Además, tenía muchas buenas
ideas para inventos innovadores que la gente despreciaba.
Un día, estaba siendo apaleado por los
otros chavales, pero el golpe más duro para él fue que su hermano se unió a la
refriega. Su padre siempre se avergonzaba de él y elogiaba a su hermano que era
el orgullo de la siguiente generación, según todos los vikingos de su poblado
incluido el jefe. El joven pensaba que su hermano lo quería a pesar de las
diferencias, no podía asimilar lo que ocurría.
Como él se veía muerto, tuvo una idea
que fue intentar hacerse con las cuerdas que guardaba en su bolsillo y atarles
los pies unos con otros para que, cuando le fueran a dar otra patada ,los unos
tiraran de los otros y se cayeran. De este modo Harek correría hasta los
establos donde se haría con un caballo con el que iría adonde el destino lo
llevara. Se decía que cualquier lugar era mejor que su horrible aldea donde
sólo había lugar para un tipo de hombres.
Toda la trama que ideó en tan sólo un
minuto, la llevó a la práctica y casi sin darse cuenta ya estaba a lomos de un
corcel de guerra, que a pesar de ser más lento que uno normal le valía. Su
trayectoria lo dejó en un castillo muy siniestro en el que decidió
resguardarse, parecía estar abandonado.
Sin embargo, notaba cierto movimiento en
el ambiente que parecía ser de los muebles. Aunque claro, eso serían
imaginaciones suyas creadas por el cansancio. Al despertarse, se encontró en una
celda con una especie de loba observándolo desde fuera. Ella le dijo:
"Tienes tres opciones: la muerte, la desesperación o ser mi
amigo". Harek asustado accedió a la última. Pensó que, a lo mejor,
siendo amigo de la bestia podría descubrir la historia del extraño castillo y
el ser que lo habitaba. Aunque ella era maleducada, impulsiva y
huraña, no tenía otra posibilidad.
Así pasaron los meses hasta que ella le
comentó:
-Ya te habrás dado cuenta de que los
muebles tienen vida propia.
Él sorprendido le respondió:
-Sí, lo
cierto es que sí.
La bestia lo agarró del brazo y lo llevó
a una habitación del castillo a la que nunca había entrado, pues temía que su
propietaria lo descubriese y lo matara.
Ella le contó su historia:
Cuando tenía
15 años, hace ya casi 6 años, llegó a este castillo una repugnante señora
pidiendo cobijo a cambio de una rosa. Como yo era tan estúpida le cerré la
puerta y del mismo modo, me ofreció otra oportunidad que desaproveché
nuevamente. Me miró con desprecio y me dijo que era una mala persona y que la
belleza estaba en el interior. En ese instante se transformó en una hermosa
hechicero y me maldijo a mí, transformándome a semejanza de mi interior, y a
mis súbitos en muebles sin ninguna culpa. En ese momento creo que algo en mí
despertó y sentí empatía. La hechicera me dio la rosa y me dijo:
- Si antes de los 21 años consigues amar
a alguien de puro corazón y que esa persona te corresponda, la rosa ejercerá un
poder mágico que anulará la maldición. En caso de que no sea así, esta será la
forma con la que pasaréis el resto de vuestras vidas. A la rosa se le van a ir
cayendo pétalos conforme crezcas y el día que cumplas 21, el último caerá y su
magia ya no funcionará.-Y añadió - Por eso te he traído aquí.
Harek confuso subió a su habitación
porque tenía que reflexionar y entender la historia.
De nuevo pasó el tiempo,
sin saber por qué su corazón palpitaba cuando la veía. Lo cierto era que estaba
cambiando, ahora era otra persona, no esa horrible bestia. Pero ese tiempo en
sus vidas tan bello duró poco, los vikingos habían seguido su rastro y lo iban
a castigar por no portarse como un hombre y huir. Cuando vieron a la bestia
intentaron darle caza y ésta, que se había convertido en una buena persona, se
dejó sin luchar.
En ese momento, Harek adquirió su valor
vikingo y expulsó a los agresores. La bestia le pidió que se acercara a ella
que tenía que decirle una cosa muy importante. Ella le confesó que era su
cumpleaños y que el pétalo de la rosa estaba por caer. Pero ya no le importaba,
pues estaba gravemente herida y había conseguido su objetivo, amar. Ella lo
amaba y el muchacho no sabía que decir, solamente qué hacer, la besó. Justo en
ese momento el pétalo cayó y al magia no funcionó para ella pero sí para los súbitos.
O al menos eso pensaba, pues aunque no se había convertido en humana, ya no
estaba herida.
A Harek le daba igual su aspecto, la
quería tal como era. Ella era una bestia con mente de humana y él era un
vikingo sin corpulencia. De lo que uno carecía es de lo que le sobraba al otro,
se complementaban. Así que se casaron a pesar de pertenecer a mundos diferentes
y su amor perduró para siempre. De este modo, vivieron felices y comieron
perdices .
ANA CASADO, LUCÍA GUIJARRO, PAULA LINARES, JOSÉ CARLOS LÓPEZ
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