miércoles, 15 de enero de 2014

El fantasma de Charles Chaplin. Narraciones IV

Chaplin, Graz


EL FANTASMA DE CHARLES CHAPLIN


Mi primer día en 3ºESO, en mi clase están todos mis amigos del año pasado, y hay un chico, se llama Lorenzo. Lorenzo es un niño muy guapo, es alto con los ojos verdes y pelo castaño. Con el paso del tiempo empezamos a ser los mejores amigos, yo conocía todos sus secretos y el los míos, nos apoyábamos en todo momento.

Un día inesperado, me pidió salir, y sin dudarlo ni un segundo, le dije que sí. Nos iba muy bien y no nos peleábamos nunca.

Un fin de semana, 15 de noviembre, se fue de botellona con sus amigos a la casa abandonada de arco iris que hay en el pueblo de Villafranco. A la semana siguiente no vino al instituto. Estaba preocupada, pues no me contestaba al Whats App y no respondía a mis llamadas. A las ocho de la noche, vino un policía con una mala noticia, mi Lorenzo había pasado al otro barrio: En la casa abandonada, apareció el fatasma de Charles Chaplin bailando la “Macarena”, a Lorenzo le entró un atracón de risa y se ahogó con tanto alcohol. Me puse a llorar pero a la vez me estaba riendo. ¿Un fantasma de Charles Chaplin encima del tejado bailando la “Macarena”? ¿Desde cuándo se ve eso? Me pasé toda la semana sin ir al instituto, pues quería investigar el caso, pero otro problema era… ¡Doraemon había acabado! ¡No!, pero bueno, tenía a los teletubbies para tranquilizarme.

Después de una semana viendo este programa, el viernes 25 de noviembre fui a la casa abandonada de arco iris de Villafranco. Entré en el asa, subí las escaleras, de repente, ví al fatasma del que tanto hablaban, Charles Chaplin bailando la “Macarena”. Me entraron tantas ganas de bailar, que me uní a él, Chaplin se dirigía a la ventana y yo le seguí, él la atravesó, pensé por un momento que también podía atravesarla y volar, pero me caí desde ese cuarto piso y me dije a mi misma “Valentina, no puedes volar”.

Después de un mes de reposo volví a la casa para comprobar si seguía el fantasma, pues a lo mejor me quería mostrar algo. Lo vi encima del tejado bailando de nuevo y me subí allí con él. Bailamos toda la noche por toda la casa. Me enseñó los puntos más remotos de ella, hasta que se paró delante de una puerta. La puerta parecía sellada. Intenté abrirla, en vano. Me fui a mi casa pensando en ella.

El fin de semana siguiente volví a la casa, me dirigí a la puerta y comprobé que tenía una escritura: R.I.P. La semana siguiente fui a la policía y me afirmaron que el cuerpo de Lorenzo seguía en la casa. Dejé que pasara el tiempo mientras investigaba. Mientras tanto, en mis tiempos de descanso, veía los teletubbies y bebía monster.

Pero mi vida solitaria pasaba, las clases eran muy aburridas sin él, empecé a tener nostalgia por Lorenzo, sus conversaciones por Whats App, sus llamadas telefónicas, su sonrisa… Tenía la corzonada de que Lorenzo no había muerto, que el policía se lo inventó todo y yo me lo creí como una tonta. Ya habían pasado cuatro meses desde su misteriosa muerte.

Fui otra vez a la casa y, como no, vi al fantasma de Charles Chaplin bailando, me dijo que si me quería unir de nuevo a él, recordando mi caída, me puse sería con él, le pegué una “guantá” en la cara y le dije que si no se espabilaba le denunciaría por asesinato. Se puso a temblar de miedo, pero, recordando nuestros paseos por la casa, cambié mi cara enfadada por una sonrisa, me estaba empezando a caer muy bien a pesar de la muerte de Lorenzo. Me invitó a un té con unos pastelitos que había hecho él y que estaban de rechupete, mientras saboreábamos la exquisitez, me contó lo sucedido aquel 15 de noviembre, nada que yo no supiera, salvo un detalle que respondía a mis corazonadas, la puerta sellada que vi en la casa y que ponía R.I.P. era un tumba, pero no era de Lorenzo.
MARIA TORNERO, JAVI SÁNCHEZ, LUCÍA GUIJARRO, JAVI BONETA, PAULINA LONDOÑO

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