martes, 14 de enero de 2014

Diario de un "falso" culpable. Narraciones I

Os propuse un reto: escribir historias en grupo, pero sin total libertad. A unos os tocó incluir algún objeto en vuestra historia, a otro una frase. También os tuvistéis que adecuar a un género o una estructura. Aquí tenéis el resultado: finales inesperados, finales abiertos, flash back; historias de amor, de terror, policíacas, mezcla de géneros ...


Corrían los 50, ¡Qué buenos tiempos aquellos! Allá todavía no se me había caído el pelo, era tan joven…y tan necio….Mmmm….los 50.

Me había peleado con mi preciosa novia, Paula y habíamos decidido darnos un tiempo, pero mi vida no tenía sentido sin ella, así que me armé de valor y me dispuse a quedar con ella y reconciliarnos.

Nuestra cita era en un hermoso mirador en la cima de la montaña, estaba impaciente por verla pero… Nunca me lo perdonaré, pues llegué tarde, media hora tarde y encima no tuve la cortesía de recogerla. Fui un desconsiderado. A cualquier persona a la que le cuente esta historia le puedo parecer melodramático, pero los cincuenta eran los cincuenta y esos pequeños detalles eran muy importantes.

Cuando llegué a la cita me encontré a Paula con un policía, el mismo que me había multado varias veces por exceso de velocidad ¡Qué manía le tenía! Pero por eso no lo consideraba… no lo consideraba…capaz…de…Y sonó el disparo. Nunca supe el motivo ni lo sabré, pero Paula fue asesinada.

Me fui a mi casa corriendo, asustado, quizás el asesino me habría visto y me estaba buscando. Litros de lágrimas brotaban de mis ojos y me emborronaban la visión. Pero al fin llegué. Cuando me tranquilicé llamé al juzgado y denuncié. Sin embargo mi suerte…empeoró. Me tomaron como el sospechoso principal.

Durante el interrogatorio, me hicieron muchas preguntas acerca de horarios, fechas y datos muy precisos que me hicieron contradecirme a mí mismo. Tanto, que me volví loco. Ya no sabía en qué creer, incluso yo mismo dudaba de mi inocencia en ocasiones. Pero intenté disimular esos pensamientos confusos a la agente que me interrogaba. Su mirada era indescifrable, no era capaz de ver en sus ojos si yo le había transmitido esos pensamientos, si me estaba creyendo….nada. Su mirada era más bien una mezcla de, “qué ingenuo eres” y al mismo tiempo de interés.

Lo único que sé es que el resultado final fue que me dieron la oportunidad de volver a la escena del crimen. Los coches patrulla no eran lo suficientemente rápidos para mí, pues estaba nervioso, impaciente e inseguro de mí mismo. ¿Yo era un psicópata realmente? Mi mente dejó de pensar en esas cosas, se tranquilizó y dijo “yo soy más fuerte que las técnicas de confusión de la policía”. Me di cuenta de que lo único que necesitaba era seguridad y valentía para enfrentarme a todas las pruebas.

Cuando llegamos al mirador me hicieron quedarme en la posición y en el lugar en los que yo decía haber estado. Mientras tanto, investigaron cada milímetro de tierra removida, cada huella dactilar, cada gota de sangre…y lo más sorprendente fue que el cadáver seguía allí. No tenía más que una herida, un tiro limpio.

Después de semejante sorpresa me dejaron identificar a mí mismo las pruebas e intentar relacionarlas. Yo le dediqué más tiempo a cada prueba que la policía, lo que me ayudó a hallar un elemento clave, una pistola. La señalé y los policías vinieron ipso factos a verla. Encontraron una huella dactilar en el arma, la mía.

ANA CASADO SÁNCHEZ, PAULA LINARES CAMPAÑA, JAVIER QUILES OÑATE, SERGIO SÁNCHEZ BERNABÉ, DANIEL SUERO ABREU 

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