lunes, 26 de noviembre de 2012

Anécdotas

anécdota

(Quizá del fr. anecdote, y este del gr. ἀνέκδοτα, cosas inéditas).

1. f. Relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustración, ejemplo o entretenimiento.

2. f. Suceso curioso y poco conocido, que se cuenta en dicho relato.

RAE


En Málaga, en el año 2010, fui a un jardín botánico sobre las fechas de invierno con unos amigos y mis padres.Visitamos todo el jardín, era super bonito, pero aun nos faltaba por ver algunas cosa por ver. Yo vi una fuente preciosa, era como una escultura enorme. Me acerqué corriendo a verla, pero por el camino hubo algunos percances: Me caí en un estanque lleno de nenúfares y verdina, me creía que era césped pero era agua y ¡plof!. Salí corriendo y me fui llorando, mientras todos se reían. Cuando me cambié de ropa, me tuve que poner unas bolsas en los pies y ropa de mi hermano.
LOLA MULET SALAS 1º A, B


En abril de 2010 fuimos a visitar Londres. Uno de los lugares que más nos gustó fue el Museo de cera de“Madame Tussauds”. Nos estaba gustando muchísimo, ¡las figuras parecían tan reales! Pero llegamos a una sala dedicada al terror, ambientada con una música escalofriante y unos terribles gritos que sonaban al fondo, y helaban las venas de solo escucharlos. Yo estaba aterrada y mi hermana más histérica aún. Echamos a correr junto a mi madre, pidiéndole que nos fuésemos de allí. Entonces nos pusimos a esperar en la escalera, deseando que mi padre terminase de confirmar si la sala era apta para niños. De pronto, apareció un hombre con una cabeza de un tamaño anormal, que por nuestro estado, pensamos que era un monstruo de cera; nos indicaba en inglés que no podíamos estar allí. Menos mal que apareció nuestro padre y nos fuimos aliviadas. Luego me explicaron mis padres que aquel hombre era un trabajador que padecía una enfermedad llamada elefantiasis.
CLAUDIA ACOSTA HERNÁNDEZ 1º A, B

Cuando era pequeña, tendría unos cinco años de edad, estaba comprando en Carrefour. Estaba muy desorientada y tuve una idea: “¡Ayudar a mis padres!”, o eso pensaba. Así que les cogí el carro para que no lo cargasen.
Entonces, les quise decir lo que estaba haciendo para que me elogiaran, normal en niños de esa edad, y me sentirme feliz y satisfecha. No contaba con este percance, y es que cuando comenté: “¡Papi, mami, estoy llevando el carro!”, no recibí la admiración que esperaba y ansiaba, sino la fría respuesta de mi padre de: “Imposible, el carro ya lo llevo yo”. En ese preciso instante me di cuenta de que el carro que llevaba no era el nuestro, sino el de otra familia.

Buscamos al dueño del carro, pero no apareció así que lo dejamos allí y si alguien lo quería junto con su contenido, que se lo llevara.
ANA CASADO SÁNCHEZ 1º A, B


Era por la mañana, sobre las once y media, amanecimos con el cristal de la mesa camilla roto, entonces mi padre lo quiso tirar para que no corriéramos riesgos. Cuando mi padre fue a tirar el cristal lo dejó fuera, pero él pensó que pasaban muchos niños por allí y  prefirió meterlo dentro de la basura. Cuando lo iba a meter el cristal se rompió en pedazos y le cayó en la muñeca del brazo derecho haciéndole una profunda herida, cortando nervios, tendones y arterias. Estaba perdiendo mucha sangre, entonces mi madre cogió su pañuelo del pelo y se lo puso a mi padre para hacerle un torniquete, para cortarle la sangre.
Una furgoneta los recogió y los llevó al hospital Virgen del Rocío, a urgencias. Un tiempo después llamaron a mi casa y me enteré de lo sucedido, entonces mi hermana cogió su coche y nos llevo a mí y a mi otra hermana Ana camino del hospital. Cuando llegamos estábamos todos muy tristes, con las lágrimas saltadas al ver a mi padre con la mano vendada preparándose para la operación.
Actualmente mi padre tiene una cicatriz y además la mano no la puede mover muy bien, pero por suerte conserva su mano.

PAULA LINARES CAMPAÑA 1º A, B

Un día en mi colegio antiguo estaba de buen humor, porque había sacado un 10 en Lengua y cuando me fui con mis amigas al recreo... Resumiendo: Nosotras siempre jugamos a hacer equilibrio en las vallas que estaban alrededor de los olivos, mi colegio se llama Entreolivos; estábamos haciéndolo y yo, de repente, me caí. ¡Catapúm! Y me desmayé, estuve tres minutos dormida. Cuando me desperté estaba en el cuarto de baño y había un montón de profesoras con jeringuillas y esparadrapos, y un montón de sangre. Me vi en el espejo y tenía toda la cara llena de sangre y quemada. Por suerte lo único que perdí fue un trocito de paleta.

LUCÍA GUIJARRO ESCRIVÁ DE ROMANÍ 1º A, B
 
Una noche en el campo con mi padre y mi hermano, durante largas horas, caminamos hasta llegar a una trampa para jabalíes; aquello me desilusionó bastante, porque andamos mucho y me dolían las piernas y allí no había nada. Enfadado, corrí pateando todas las plantas hasta que le di a un champiñón; aquello empezó a desprender un humo venenoso. Justo en ese momento me tape la boca para no respirar  aquel humo extraño. Me mareé un poco y me lloraban los ojos, pero llegó mi padre corriendo y me sacó de aquel humo horrible.

JAVIER QUILES OÑATE 1º C, D

Un día estábamos Claudia Lamoneda y yo en su casa, merendábamos y yo tomaba un cola-cao con galletas. Se me quedaron trocitos de galletas en la leche y, como a mí no me gusta tomármelo así, le dije a Claudia que me lo pasara por el  colador. Ella se colocó en el fregadero, cogió el colador yempezó a echar mi leche sobre él, y como no tenía nada debajo se le cayó la leche por el fregadero, y nos empezamos a reír. No pudimos parar hasta pasado un rato y yo estaba tirada en el suelo riéndome. Ya terminada la merienda fuimos a beber agua y, de repente, a Claudia se le cayó el vaso y empezó a rebotar, no se rompió hasta el tercer rebote, y ahí sí que nos pusimos a reír.
MARTA HIDALGO RODRÍGUEZ 1º C

Hace dos veranos mi familia y yo fuimos a veranear por la zona de Cádiz y un día decidimos ir a Gibraltar y subir al peñón. Después de media hora rodeándolo para llegar donde estaban los monos, llegamos a nuestro fin. Había siete monos subidos en mi coche, en el maletero, en el capó, en la parte de arriba... en fin, por todas partes. Eran prácticamente personas, así que cogimos los bocadillos que llevábamos y se los dimos nosotros mismos poco a poco. Abríamos la ventana un poquito y sacábamos la mano, y ellos, sin ningún problema, los cogían con la suya, los abrían, los olían, separaban el jamón del pan y se comían una cosa primero y otra después. Nos dieron tanta confianza que nos salimos del coche. Al principio, tanto yo como mi madre y mi hermana gritábamos con el primer mono que veíamos junto a nuestros pies, pensando que iba a mordernos, así que a nosotras, entre tantos gritos, no se acercaron mucho. Pero cuando miramos, los monos estaban subidos en los hombros de mi padre, como si fueran niños de cinco años, y cuando íbamos a hacer una foto, miraban como si fueran uno de nosotros. Cuando nos fuimos todos los monos se subieron al coche, y esta vez había más todavía, aquello era una locura. Se volvieron locos, hasta el punto de cargarse el limpiaparabrisas de atrás. 
ALEJANDRA SUÁREZ DOMÍNGUEZ 1º C, D

Hace unos meses en Islantilla, Huelva, ocurrió un fenómeno curioso y muy extraño. Al mediodía, mis amigos y yo vimos una marea que se acercaba a la orilla y que teñía todo el mar de un color rojo tinto. Todos creíamos que era sangre y nos salimos del agua corriendo. Muy extrañados por aquel fenómeno, decidimos investigar por Internet que era lo que podía estar pasando. Todas las páginas de Internet que hablaban sobre ello decían que cuando llegaba esta marea,  por las noches pasaba algo sorprendente.
Por la noche bajamos a la playa con bañadores y toallas para bañarnos... Al acercarnos al mar, veíamos luces a lo lejos y  nos parecían linternas, pero al llegar a la playa cambió todo. Al romper las olas saltaban chispas azules, muy bonitas y sorprendentes; el mar se transformaba cuando rompían las olas y todo se volvía fluorescente, y cuando nos acercamos a la orilla y saltamos sobre el suelo mojado salieron chispas de luz y se puso azul. Nos metimos en el agua y, cuando salimos, nuestros cuerpos parecían que estaban llenos de purpurina azul, si chapoteábamos el agua se iluminaba. Todo fue muy divertido y curioso.
Este fenómeno es conocido como las olas fluorescentes y lo producen unas micro algas que de día son de color rojo (por eso el mar se pone rojo) y, de noche, estas algas tienen capacidad lumínica, al rozarse unas con otras, de ahí la luz que despide el agua.

DANIEL REYES CUETO 1º C, D
Hace aproximadamente un mes, mi padre fue a Pekín, en China. Todo era muy curioso e interesante, las cosas muy baratas... Pero no todo fueron maravillas. El día que mi padre y sus  socios decidieron ir a cenar a un restaurante de lujo chino, fue un horror  para él. De primer plato, tortuga (con caparazón y todo), y después bolsitas de feto de pato. "Se podía sentir como explotaban las partes del feto en la boca", nos contó a mi madre y a mí. Pero, además, mi padre se vio en un gran aprieto, ya que estaba obligado a comérselo todo, porque si no, los chinos se ofendían muchísimo, y su negocio podía irse a pique.

ANDREA ORTUÑO 1º C, D

5 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho todas, especialmente la de Alejandra Suarez 1ºC,D.



    Zoraida.1ºA

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  2. Me han gustado mucho las anécdotas; la que me ha parecido más curiosa es la de Daniel Reyes.

    Laura Romero Piñeiro 1ºB

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  3. Me han gustado mucho todas, especialmente la de Marta Hidalgo porque es muy graciosa.

    Claudia Morgal 1ºC bilingue

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  4. Me han gustado mucho las anécdotas son muy divertidas , pero mi preferida es la de Daniel Reyes

    María Rey Domenech 1ºA/B Bil

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  5. Me han gustado todas las anécdotas,especialmente la de Marta Hidalgo pues yo la viví con ella y me resulta muy divertida.Me sorprende la de Dani Reyes porque es muy interesante y curiosa.

    Claudia Lamoneda Casado 1AB













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